Os nenos de Europa – Los niños de Europa
Os nenos de Europa Ramiro Fonte
Estes nenos que xogan ó balón Xunto ás mortas ruínas dunha casaBombardeada;Alleos á convulsa paisaxe que os circunda,Ignorantes do que pasou na guerra, 5Son os nenos de Europa.
Estes nenos que xulgan, con ledicia,A perfección do branco trasatlánticoQue aparece no porto,Porque non saben o que significan 10Certas palabrasComo lonxe, decenios ou periplos,Son os nenos de Europa.
Estes nenos que amosanAs cifras tatuadas nos seus brazos; 15Viúvos para sempre da tristuraPorque eles xa cruzaron a fronteiraDas terras habitadas soamentePolos desesperados, e volveronNos lentos trens, 20Son os nenos de Europa.
Estes nenos que xoganÁs escondidas,Entre as tumbas sen nomesDun frío camposanto suburbial 25E, cando cae a noite,Regresan fatigados ás súas casasE despois se acubillan nun cuarto de madeiraE non queren mancharA almofada de lágrimas, tamén 30Son os nenos de Europa.
Ningún outro país puideron darnos.Ningún máis verdadeiroNin menos doloroso recibimos:
Durmimos e soñamos 35Sobre a mesma almofada que eles foron tecendoCon ese fío escuro dos seus soños.
Tódalas noitesConciliamos o sono Sobre o tremor do mundo, 40Sobre vellos temores aceptados.
Somos os fillos raros deses nenos[1].
[1] Citamos el texto según la siguiente edición, revisada por el autor: “Os nenos de Europa”, Mínima moralidade, Deputación Provincial da Coruña, A Coruña, 1997, págs. 51-52.
Sugerimos , para analizar y criticar este poema, el estudio atento de este importante artículo escrito desde el Materialismo Filosófico, como sistema aplicado a la Crítica Literaria y la Literatura comparada. Su autor, el profesor Jesús González Maestro, es el autor de la obra en tres tomos, titulada Crítica de la Razón Literaria. Consultar el siguiente enlace: https://www.ersilias.com/wp-content/uploads/ramiro-fonte.pdf

Los niños de Europa Ramiro Fonte
Estos niños que juegan al balón Al pie de las ruinas de una casaBombardeada,Ajenos al convulso paisaje que los cerca,No sabiendo lo que pasó en la guerra, 5Son los niños de Europa. Estos niños que juzgan, divertidos,La perfección del blanco trasatlánticoQue aparece en el puerto,Porque no saben lo que significan 10Ciertas palabrasComo lejos, decenios o periplos,Son los niños de Europa.
Estos niños que muestranunas cifras tatuadas en sus brazos, 15De la tristeza viudos para siempre,Pues ellos ya cruzaron la fronteraDe las tierras pobladas solamentePor los desesperados, y volvieronEn lentos trenes, 20Son los niños de Europa.
Estos niños que jueganA escondidasEntre tumbas sin nombresDe un frío cementerio suburbial 25Y, cuando cae la noche,Regresan fatigados a sus casasY se acogen después a un cuarto de maderaY no quieren mancharLa almohada de lágrimas, también 30Son los niños de Europa.
Ningún otro país pudieron darnos.Ninguno más auténticoNi menos doloroso recibimos:
Dormimos y soñamos 35En la misma almohada que ellos fueron tejiendoCon el oscuro hilo de sus sueños.
Todas las nochesConciliamos el sueño Sobre el temblor del mundo, 40Sobre viejos temores aceptados.
Somos los hijos raros de esos niños[1].
[1] Traducción española de Xavier R. Baixeras, en “Los niños de Europa”, Capitán Invierno, Valencia, Pre-Textos, 2002, págs. 50-51.
Cuatro estampas de niños: jugando entre ruinas, admirando los barcos en un puerto, niños supervivientes de un genocidio, niños jugando entre tumbas anónimas. Niños de otra época, marcados por la tragedia, conscientes unos, inconscientes otros.
Que los niños de la primera estampa ignoren la guerra es cierto sólo en parte, porque las consecuencias del bombardeo están aún en el escenario; intentan más bien jugar a que no lo recuerdan, enajenándose del paisaje desolado. Sí parece que los de la segunda ignoran del todo la amargura de la emigración; para ellos el barco sólo les puede ofrece un viaje maravilloso de aventura.
El horror de la tercera estampa ya no se puede ocultar. Estos niños han vuelto de la muerte. Sus mentes están tan marcadas como sus cuerpos. Desde su futuro, nosotros sabemos que sobrevivirán.
De los niños de la última estampa se nos muestra algo más. Vemos que sufren de noche, en sus cuartos miserables; y que resisten. Son diferentes formas de seguir viviendo. Algunos no saben nada del pasado cruel, otros lo saben todo. Pero sobre todos pesa y condiciona lo que llegarán a ser.
El poeta, desde un tiempo menos duro, compara presente y pasado, y los sueños de aquellos niños con nuestros sueños, en apariencia menos angustiosos. La Europa de aquellos niños es la nuestra. Nosotros lo sabemos, y nuestro ser de hoy es inexplicable sin la historia de ayer. Somos herencia, síntesis de conflictos y dificultades, hijos raros.
Somos capaces de dormirnos sobre un mundo convulso; los viejos temores están aceptados, pero no amortizados. Cuidado.
¿Explica nuestra historia, tan diferente de la norteamericana, algunas actitudes diferentes ante la guerra?
Juan José GuiradoMayo de 2003
Publicado por Juan José Guirado en 21:07Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en PinterestEtiquetas: Daños colaterales, Mis escritos revisitados, Teoría de la literatura
1 comentario:
- jorge iván Grisales8 de enero de 2018, 1:35Muchas gracias, fui remitido a buscar este poema de Ramiro Fonte al escuchar un poema de Cesar Vallejo el 15 de España aparta de mi este caliz